Advertencia: este artículo tiene más de 500 palabras e invita a reflexionar

Periodismo Slow

Advertencia: este artículo tiene más de 500 palabras e invita a reflexionar

Las cosas bien hechas, pensadas, meditadas y reflexionadas exigen un tiempo que la sed insaciable de inmediatez no está dispuesta a conceder. De eso va este artículo en cuanto al valor del periodismo y la comunicación slow; esa suerte de utopía que nos reta y queremos practicar para comprobar la idea de que sí merece la pena atreverse a ser diferentes, exigentes, creativos y no convencionales.

 

Las percepciones son subjetivas y para quienes julio y agosto son los mejores meses del año porque se asocian con la idea de vacaciones y buen clima, para otros menesteres y personalidades se transforman en una extraña sucesión de días que sumergen en un soporífero letargo, que se prologa mucho más allá de los 62 días que señala el calendario.

No se trata de que sea tiempo perdido, sino de cómo nos vemos forzados a funcionar durante esos períodos involuntarios de obligada desaceleración, que luego pasan factura el resto del año. No obstante, entre las tantas cosas productivas que se pueden capitalizar para cuando empiece la vorágine, destacan las muchas horas de lectura concentrada y consciente que alimentan la postura de que es sí posible otra manera de hacer las cosas, sobre todo en un área como la comunicación online, que se ha convertido en la producción de textos vacíos, en una ojeada de titulares y anodinos contenidos dominados por el aplanamiento literario y del SEO mal entendido. Uno de esos momentos de gloria que reconfortan el alma y por los que casi se puede elevar una plegaria reverencia, lo regala el artículo “El valor del periodismo slow en la era de la información instantánea” – The Value of Slow Journalism in the Age of Instant Information.

Teóricamente, cuando llega septiembre volvemos al ritmo normal de actividades, lo que en muchos desencadena el llamado síndrome post vacacional, que supone mil sensaciones ingratas. Es casi una temeridad objetar que lo mejor del año se concentra en dos tórridos meses en los que la actividad laboral se paraliza casi por completo. Luego quedan dos períodos en los que se atomiza el trabajo. Entre múltiples puentes, fiestas nacionales y regionales se condensa en semanas y meses críticos, aquello que la planificación vinculada a la calidad de vida en cuanto a lo personal y lo profesional, bien podría administrar acorde a la productividad y el sentido de disfrutar de la buena vida, dosificadamente y a gusto de cada quien.

Que un país esté cerrado por vacaciones durante dos meses no sería necesario si los horarios en los que se desenvuelve la vida –llamémosla normal- del resto del año, fueran racionales y tuvieran en cuenta la importancia de la vida personal y laboral como un todo que repercute en felicidad y productividad. En España nos gusta identificar nuestra peculiar manera de administrar el tiempo como sinónimo de buena vida, y eso sólo es posible porque asumimos como normal que seamos esclavos de la escasez de tiempo libre de calidad para disfrutar del ocio, las aficiones e intereses personales e incluso de la familia.

Periodismo slow

 

Volviendo al artículo “El valor del periodismo slow en la era de la información instantánea” que ha inspirado esta reflexión, la frustración del periodista Paul Salopek después de una fulgurante y agitada carrera de veinte años como corresponsal internacional de grandes historias, sobreviene cuando se dispone a escribir un libro sobre sus viajes, y lo que experimenta es la imperiosa necesidad de estar allí fuera, en el mundo, quizá por primera vez, en lugar de hacer lo que siempre había hecho: escribir sobre lo que ocurría en un lugar u otro, pero sin tiempo para vivirlo en primera persona, a un ritmo que le permitiera la reflexión y la participación como ser humano de los acontecimientos que estaba relatando. Llegado el momento de escribir su libro, encontró que necesitaba estar en el mundo y vivirlo al tempo giusto, desacelerar, poner en práctica las técnicas del slow dowm para alcanzar una profundidad y conocimiento de sí mismo y de su profesión, como nunca antes había experimentado al formar parte de la tendencia dominante de la aceleración y del fast writing de escasa profundidad analítica, que son características de la era de la información instantánea.

La originalidad y la creatividad del periodismo slow se están cotizando al alza más allá del tópico. El término lo acuñó Susan Greenberg en un artículo publicado en febrero de 2007 en la revista Prospect, sosteniendo la idea de que lejos de los reportes diarios de noticias y las actualizaciones de última hora –breaking news, updates-, el periodismo que vuelve a ser un oficio artesano, con voz propia, de cuidadas formas y profundidad, se está convirtiendo en un producto de lujo. Y si la palabra lujo nos asusta pensando en lo caro o snob, Greenberg precisa que se refiere al lujo del tiempo para descubrir cosas, para imaginarlas, para hacer algo nuevo y comunicarlo de una manera que le haga justicia.

 

Más de 700 palabras

 

Tan sólo un ejemplo más: este artículo ya tiene más de 700 palabras y eso está reñido con la avidez para concluir la lectura con rapidez. Curiosamente, Jill Abramson, ex directora ejecutiva del New York Times, anunció que está colaborando en una start-up cuyo objetivo es reclutar escritores a los que remunerarían con hasta cien mil dólares por escribir historias más largas que un artículo y más cortas que un libro.

Ilusiona saber que si bien puede que sea el camino más largo y más difícil, las cosas están cambiando. Que se puede optar por un enfoque profesional que devuelva a la escritura periodística, a la comunicación y al marketing el sentido de transmitir ideas que aporten al conocimiento, estimulen el pensamiento crítico y la conversación entre las personas, premiando a aquellos que se atreven a ser exigentes y a elevar el discurso.

Si no hay nada útil que decir, la Red contribuirá con el aumento de la cacofonía y esa monotonía que satura las publicaciones con más de lo mismo. Basta saber qué piensan los lectores, cuántos exigentes hay, cuántos se detienen a pensar, cuántos no han entrado en modo automático y acelerado hasta que llegue el próximo verano.

Nuestra idea del periodismo y el marketing Slow:

https://food-marketing.es/food-marketing-que-hace-la-diferencia-consultora-de-comunicacion/
https://food-marketing.es/food-marketing-manifiesto-consultora-de-comunicacion-gastronomia/

Escrito por: Irene Zibert

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