Había una vez una naranja fea… ¡Pero riquísima!
Había una vez una naranja fea… ¡Pero riquísima! Tras enviar por primera vez un pedido de Navelate al norte de España, Héctor Molina no tardó en recibir la llamada del cliente, quien en su necesidad de explicaciones espetó sin preámbulos: “¿Qué porquería me habéis mandado?”. Había olvidado decirle que el calibre de esta naranja es pequeño y que las espinas de la planta suelen rajar la cáscara dejándola “fea”. Al margen de estos detallitos morfológicos, no hay naranja mejor en el mundo, y así se lo hizo saber al cliente, que después en un segundo pedido, quiso saber si era posible congelarla, “si fuese así me llevaría 500 kilos y de paso tenemos para comer en casa todo el año”. El siguiente movimiento del individuo en cuestión fue conformar un…